El peso mexicano atraviesa una fase de depreciación notable frente al dólar estadounidense, cayendo un 1.75% en cinco sesiones consecutivas y alcanzando su nivel más bajo en dos años. Este 30 de octubre, el tipo de cambio rompió la barrera de los 20,16 pesos por dólar, situándose en un punto crucial que ha encendido alarmas en el sector económico.
Las causas de esta tendencia no son sólo internas: el impacto de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y la posibilidad de un retorno de Donald Trump a la Casa Blanca son factores externos que pone en evidencia el movimiento político en México.
Históricamente, las elecciones en Estados Unidos han sido cerradas, y las encuestas actuales reflejan una carrera igualmente reñida entre Kamala Harris y Trump, con una distancia mínima de 1,4 a 2.5 puntos porcentuales, según los modelos. La distribución de los votos en el Colegio Electoral estadounidense añade aún más tensión al proceso, con siete estados clave que pueden inclinar la balanza hacia cualquier lado.
En particular, los mercados de apuestas ya empiezan a dar una ventaja a Trump, quien, tras una serie de estrategias políticas, ha aumentado ligeramente su aceptación., especialmente en estados como Arizona, Pensilvania y Georgia.
El retorno de Trump, aunque favorable para ciertos sectores del mercado estadounidense, supone un panorama lleno de complejidades para otros.
De repetirse un escenario similar, la economía mexicana se enfrentaría a mayores presiones, exacerbando la ya evidente volatilidad.
No es ningún secreto que México ha llegado a depender en gran medida de la estabilidad de su relación con su vecino del norte.
La devaluación del peso, por tanto, no solo es un reflejo de factores económicos internos, sino de una inestabilidad latente ante la posible reorientación de las políticas estadounidenses.
Esta situación refleja una incertidumbre evidente, especialmente frente al cambio de régimen en México, que ha priorizado la consolidación de su poder interno y no el fortalecimiento económico y la estabilidad del país.
Es un recordatorio de cómo las decisiones políticas en Estados Unidos tienen consecuencias directas sobre México, afectando de manera crítica su estabilidad y desarrollo económico.
Ante este escenario, cabe cuestionar: ¿Está el gobierno mexicano preparado para enfrentar una posible recesión o un incremento en los aranceles comerciales? La reciente depreciación del peso puede ser solo el primer síntoma de una economía cada vez más vulnerable, dependiente de las políticas externas y de las fluctuaciones del dólar.
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