Entre fosas clandestinas y defensa de la soberanía
- Javier García
- 18 mar
- 2 Min. de lectura

En México es alarmante el hallazgo que revela la profundidad de la crisis de violencia y desapariciones en el país.
Fosas clandestinas en Jalisco, Tamaulipas y Morelos confirman un escenario de barbarie que ha permeado en distintos niveles de la sociedad y el gobierno.
Mientras tanto, la postura del Estado mexicano parece contradecirse: por un lado, rechaza cualquier injerencia extranjera que pueda combatir el terrorismo o cartel del narco, y, por otro lado, la ineficacia para combatir el crimen organizado.
En Jalisco, se descubrió un centro de reclutamiento y desaparición forzada operado por el crimen organizado. Esto evidencia el control que tienen estos grupos en la región y la ausencia del Estado o la complicidad.
En Reynosa, un colectivo ciudadano halló un campo de exterminio con restos calcinados y evidencia de ejecuciones. La recurrente presencia de estos sitios en el estado refleja la impunidad y la falta de acción efectiva por parte del gobierno.
En Cuernavaca, la Fiscalía Anticorrupción descubrió restos humanos tras cateo en casa de exfuncionario del gobierno de Cuauhtémoc Blanco, lo que pone en evidencia una peligrosa conexión entre actores políticos y prácticas criminales. A lo que la Casa Blanca ha estado enfatizando constantemente.

Según datos recopilados, se han encontrado 1,978 fosas clandestinas en 24 estados del país. Sin embargo, el gobierno actual sigue sin reconocer la magnitud del problema, permitiendo que esta crisis continúe sin una respuesta contundente.
La soberanía como excusa para la inacción Frente a esta realidad, la Cámara de Diputados ha adoptado una postura de rechazo total ante cualquier intervención extranjera, bajo el argumento de proteger la soberanía nacional.
Sin embargo, este discurso también oculta intereses políticos y económicos.
La reafirmación de la soberanía podría ahuyentar a inversionistas internacionales, quienes perciben un entorno de negocios cada vez más inestable debido a la violencia.
Legalidad y control político: El fortalecimiento de la soberanía también podría significar mayores restricciones a la inversión extranjera en sectores estratégicos, lo que podría beneficiar a grupos económicos afines al poder.
Mientras el gobierno se aferra a este discurso, la realidad de las fosas clandestinas y la violencia incontrolada contradicen cualquier afirmación sobre la supuesta pasificación del gobierno.
Ante esta situación la ineficacia del gobierno mexicano para combatir el narcoterrorismo, la administración de Donald Trump ha intensificado su postura contra los cárteles, Esta medida le daría a EE.UU. justificación legal para intervenir directamente, sin necesidad del consentimiento del gobierno mexicano.
Esto ha generado tensiones diplomáticas, con la presidenta Claudia Sheinbaum rechazando enérgicamente cualquier acción militar extranjera.
La soberanía no puede ser solo un escudo político para justificar la inacción; debe ir acompañada de estrategias efectivas. De lo contrario, el gobierno seguirá protegiendo intereses ocultos bajo la sombra de un discurso nacionalista que no va a resistir mucho tiempo.
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