La escena política se está calentando, y no precisamente por una muestra de diversidad democrática o equilibrio de poderes.
Más bien, parece que estamos ante una aplanadora, o mejor dicho, una fórmula mágica que más que partido político, comienza a parecer una secta organizada.
Este jueves 29 de agosto de 2024, los nuevos integrantes de la LXVI Legislatura tomaron protesta. Entre aplausos y juramentos, Morena y sus aliados ahora tienen la mayoría calificada en ambas cámaras.
Y ¿La oposición? Bien, gracias. Entraron en pánico, por supuesto. PRI, PAN, el Frente Cívico Nacional y hasta la marea rosa se están quedando sin cartas que jugar. Pero vamos, no se trata solo de números y escaños, ¿verdad? Se trata de control absoluto. Con 127 votos a favor de los 128 legisladores presentes, Morena no perdió tiempo en confirmar a Gerardo Fernández Noroña como presidente de la Mesa Directiva en el Senado.
Un golpe maestro, sin duda. Y para aderezar el banquete, Adán Augusto López Hernández, el todopoderoso coordinador de la bancada de Morena, anunció la creación de una nueva vicepresidencia en manos del Partido Verde, lo que nos deja a Jorge Carlos Ramírez Marín muy cómodo en esa silla.
Por otra parte, se anuncia más secretarias. ¿Más secretarías? Claro, una para Morena, otra para el PAN, y la tercera aún en suspenso, como si nos importara quién se la queda.
Y en medio de este festín político, dos desertores del PRD, Araceli Saucedo y José Sabino Herrera, hacen su gran debut en Morena, uniendo fuerzas con la aplanadora. Curiosamente, pareciera que la lealtad partidaria es más negociable que nunca, como si estuviéramos viendo una venta de garaje de principios políticos. “Todo se vende, todo se compra”.
Mientras tanto, Olga Sánchez Cordero, con un aire de resignación, ha tenido que admitir lo evidente: se han excedido en reformar la Constitución. ¡Pero claro! ¿Qué mejor forma de asegurar el control que metiendo todo, absolutamente todo, en la carta magna? A la vista de todos, han convertido nuestra Constitución en una especie de manual operativo que debe ser manejado solo por los “iluminados”. No los ILUMINATIS, ¿Casualidad? No lo creo.
Las leyes secundarias y reglamentarias son para los mortales, la verdadera magia está en las modificaciones constitucionales que requieren esa preciada mayoría calificada. ¡Un juego digno de un Maximato moderno! Hablando de juegos, ¿se avecina un poder de facto? Quizás.
Después de todo, entre vicepresidencias creadas a la medida y secretarías a repartir como caramelos, uno tiene que preguntarse si realmente habrá una autonomía política o si simplemente veremos una serie de vasallos haciendo lo que mejor saben: “obedecer”.
Y aquí estaremos, esperando los primeros 100 días de Claudia Sheinbaum en la presidencia, con la esperanza de que no sea simplemente una extensión de lo que ya hemos visto. Porque si bien algunos de sus seguidores nos aseguran que será una gobernante democrática, que “escuchará a todas las voces”, no podemos evitar preguntarnos si esas voces serán realmente escuchadas o si simplemente serán silenciadas por los ecos de la aplanadora morenista.
¿Será este el capítulo final de nuestra democracia o simplemente otro episodio en una larga serie de tramas políticas?
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