Ciudad de México Por Armando J Garcia 29 08 2024: Mientras unos luchan por algo que jamás han tenido, y otros pelean con uñas y dientes por algo que nunca les ha pertenecido, el juego del poder sigue su curso.
Así es como se pinta el panorama político actual, donde las verdaderas causas parecen quedar relegadas a un segundo plano.
Todo se trata del espectáculo, de banderas ondeadas al viento, y de gestos grandilocuentes que poco cambian la realidad.
Un ejemplo reciente de esta “lucha” internacional por la justicia y la libertad lo encarna la aparición inesperada de Sandra Cuevas en Venezuela.
La exalcaldesa de Cuauhtémoc no pudo resistir la tentación de unirse a la marcha de la oposición contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Como si de una película se tratara, Cuevas no solo asistió a la manifestación, sino que escaló la camioneta de la líder opositora María Corina Machado para entregarle una bandera de México y, por supuesto, asegurar que las cámaras captaran el momento heroico.
Porque, al parecer, nada dice más “solidaridad” que posar con la bandera de tu país en medio de una protesta extranjera.
Mientras tanto, en las calles de Caracas, los seguidores de Machado continuaron la manifestación bajo el lema “Venezuela y el mundo rechazan el fraude de Maduro y su régimen”.
Un lema contundente, sí, pero que no cambia el hecho de que las luchas por el poder siguen siendo, para muchos, el verdadero botín.
Y mientras el gobierno de Maduro respondía con su clásica narrativa de “ataque terrorista” contra el sistema eléctrico, dejando a varios sectores sin luz.
Al final del día, tanto los que apoyan a Maduro como los que rechazan su gobierno parecen estar defendiendo algo que, paradójicamente, nunca ha estado en sus manos: la justicia y el bienestar del pueblo.
Porque, en este mundo dividido, no importa si ondeas la bandera de México o si te abrazas con líderes de otros países, al final, la lucha parece ser más sobre quién tiene el control que sobre quién resuelve las verdaderas causas.
Y mientras las masas sigan defendiendo a sus líderes como si de equipos deportivos se tratara, las causas seguirán siendo relegadas a un rincón. Pero claro, siempre quedará tiempo para más desfiles, más fotos, y más abrazos con banderas.
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